- Revista Ingeniería Plástica - Nº 17 |
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Pag. 26
La Fabricación de Bienes de Capital
Para la Industria del Plástico en América Latina |
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El siguiente artículo, brinda una reflexión sobre la temática de fabricación de bienes de capital en América Latina vs. el ensamble de las mismas, como una opción a considerar a futuro.
A finales de los años 50’s y principios de los 60’s en algunos países de América Latina, entre los cuales destacaban Argentina, Brasil y México, surgieron pequeñas empresas o talleres familiares que fabricaban maquinaria para la entonces muy joven industria del plástico; donde la maquinaria para extrusión e inyección era lo más socorrido.
En el caso de México, esos pequeños talleres fabricantes de maquinaria para los procesos plásticos, debido a un entorno político-industrial poco conveniente, fueron desapareciendo o cambiando de giro, salvo honrosas excepciones.
Ya en los años 70’s, en donde se inicia una fuerte demanda en los consumos de plástico, fue demasiado tarde para permitir el renacimiento de esos talleres fabricantes de maquinaria y así se fortalecieron los representantes e importadores de maquinaria y equipo de otros países. Era común encontrar durante esa época extranjeros radicados en países latinoamericanos, que en su idioma materno como podía ser el Inglés, Alemán, Italiano, o Japonés mantenían de manera más sencilla comunicación con los países fabricantes de bienes de capital y eran estas personas las que realizaban el negocio de la importación de maquinaria y equipo, que por cierto fue muy fructífero.
El entorno político y económico de esos años llevó a los gobiernos a establecer una economía cerrada en donde se pretendía proteger la industria nacional ya sea de propietarios mexicanos o de propietarios extranjeros y como todos sabemos terminó con la calidad, precio y servicio competitivo. Así, se instalaron en México dos plantas de maquinaria para Inyección de plásticos, Negri Bossi y Fama-Nissei; la primera italiana y la segunda en asociación entre mexicanos y japoneses. Entre las dos llegaron a tener el 80% del mercado mexicano y el 20% restante se importaba de Brasil y Argentina, donde había un acuerdo internacional para realizarlo, el ALADI.
En 1988 con la entrada de México al GATT, se inició la apertura comercial de las fronteras mexicanas y cerraron las plantas de Negri Bossi y Fama-Nissei y nuevamente se importaron bienes de capital para el sector plástico mexicano. En Brasil donde no se dio la apertura, se continúa fabricando bienes de capital por empresas brasileñas, la mayoría de propietarios extranjeros y naturalmente cuentan con protecciones arancelarias y no arancelarias para operar.
Han pasado 16 años de la entrada de México al GATT y hablar de “fabricación de bienes de capital” en México es casi utópico, pues siendo este país la nación más abierta del mundo ya que ha firmado más tratados de libre comercio que cualquier otro, no cuenta con los elementos suficientes para realizarlo.
Con base en la historia comercial anterior y retomando los grandes cambios en los aspectos técnicos de fabricación, debemos revisar los conceptos, diferenciando los enfoques entre “Fabricación de Bienes de Capital” y “Ensamble de Bienes de Capital”.
En primer lugar, hablar de fabricación de maquinaria como se entiende el concepto de manera general, es casi imposible realizarse en México ya que no existe la infraestructura de proveeduría necesaria para este fin y pensar en una fabricación integrada verticalmente implica una estructura enorme que no sería económicamente viable.
De hecho en los países productores de maquinaria son casi inexistentes las empresas que fabrican de manera vertical la totalidad de partes de una máquina. La mayoría de estas empresas diseñan la máquina y se surten de varios proveedores para realizar la gestión de fabricación, para continuar con el ensamble y terminar con la prueba y puesta a punto de la maquinaria.
Por otro lado, las economías de escala de cada una de las partes que integran la maquinaria, impedirían tener costos competitivos en la fabricación en nuestros países Latinoamericanos, a menos, que existan protecciones arancelarias o no arancelarias que compliquen y eleven el costo de las importaciones, como es el caso de Brasil.
De lo anterior se desprende que el concepto de “Ensamble de Bienes de Capital” es un enfoque más adecuado a los tiempos que vivimos y para nuestros países. ¿Para que fabricar elementos que en otros países tienen años de desarrollo en su fabricación y cuentan con el volumen de producción necesario para alcanzar una economía de escala adecuada?
Pero además de lo anterior, existen altas posibilidades de contribuir desde nuestros países en “vías de desarrollo” a reducir el costo de fabricación de la maquinaria al realizar el ensamble, la prueba y puesta a punto de las máquinas, ya que estas fases del proceso requieren mayor mano de obra, que es más conveniente en América Latina.
Por lo tanto, la conclusión a mis reflexiones es que debemos dejar de pensar en la “Fabricación de Bienes de Capital” y empezar a buscar los elementos necesarios para realizar el “Ensamble de Bienes de Capital”. Y lo tenemos que hacer no solo por la conveniencia de los aspectos técnicos y de negocio, sino desde una visión social para nuestras economías.
Por último, las presiones constantes sobre los precios en las máquinas para los procesos plásticos y aprovechando los efectos de la globalización, se pueden lograr mejores precios sin reducir el nivel tecnológico a través del ensamble, prueba y puesta a punto por técnicos latinoamericanos.
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